Cada vez hay más dentistas, más clínicas dentales, más sofisticados dentífricos y cepillos, hilos dentales y colutorios… y más caries. Los odontólogos insisten que para conservar la dentadura basta con una buena higiene dental, y sin embargo a pesar de nuestros esfuerzos, todos sabemos que en la próxima visita nos encontrarán nuevas caries para perforar y rellenar.
Todo el actual tinglado médico-cosmético se basa en una teoría errónea: la placa dental. Este paradigma se fundamenta en el principio de que nuestros dientes y nuestra saliva no sirven para nada. No tenemos defensa frente a las voraces bacterias, solo los profesionales del taladro son capaces de prolongar por unos pocos años el inevitable final: la pérdida de nuestra dentadura.
Sin embargo, hay muchos pueblos y muchas culturas en el mundo cuyos integrantes jamás se han cepillado los dientes, y apenas tienen piezas careadas. Y resulta que cuando se les ha estudiado, se ha encontrado que su excelente salud dental se debe a su dieta natural; es decir, una alimentación que no incluye ni azúcar ni ningún otro alimento procesado industrialmente.
Pero lo más grave que la odontología oficial ignora o silencia, es que nuestros dientes están vivos y tienen mecanismos de defensa y regeneración. Son varios los científicos que hace años demostraron que por los túbulos de la dentina circula el fluido dentinal, encargado de mantener nuestros dientes vivos, sanos y mineralizados, a prueba de cualquier bacteria. ¿Entonces qué hacer para evitar al dentista y mantener una dentadura sana? Pues lo mismo que se aconseja para evitar todo tipo de enfermedades: una dieta basada en alimentos naturales no procesados, no industrializados. Lo mismo que comían nuestras abuelas.
- Autor
- Juan Carlos Mirre y Paula M. Mirre
- Año
- 2016