Ácidos Grasos Esenciales


ÁCIDOS GRASOS

Las grasas son la principal fuente de energía para el organismo y de vitaminas liposolubles A, D, E y K y de carotenoides. Las grasas de la dieta están constituidas en un 98% por triglicéridos, compuestos por una molécula de glicerol esterificada con tres moléculas de ácidos grasos y pequeñas cantidades de fosfolípidos y esteroles.

Los ácidos grasos son moléculas hidrocarbonadas que contienen un grupo metilo (CH3) y un grupo carboxilo (-COOH) terminal. Se diferencian según la longitud de la cadena hidrocarbonada y el grado de insaturación de la misma (número de dobles enlaces).

 

ÁCIDOS GRASOS SATURADOS

La mayoría de los ácidos grasos saturados de nuestra dieta provienen de productos de origen animal, tales como la carne o los lácteos y sus derivados. Son necesarios como aporte energético y también forman parte de las membranas celulares al ser constituyentes necesarios de los fosfolípidos. Algunos ácidos grasos saturados están asociados también con proteínas y son necesarios para el normal funcionamiento de éstas.

Los principales ácidos grasos saturados son el ácido láurico, el mirístico, el palmítico y el esteárico.

 

ÁCIDOS GRASOS MONOINSATURADOS CIS (MUFA)

Se caracterizan por poseer un doble enlace con los átomos de hidrógeno en la misma cara que el doble enlace. El principal ácido graso monoinsaturado cis en la dieta es el ácido oleico (92%). Son importantes en la estructura lipídica de las membranas, particularmente en la mielina del sistema nervioso.

 

ÁCIDOS GRASOS POLIINSATURADOS OMEGA-3 (PUFA omega-3)

Los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 incluyen los ácidos alfa-linolénico, eicosapentanoico, docosapentanoico y docosahexanoico. El ácido afa-linolénico no puede ser sintetizado por los humanos y su déficit provoca alteraciones clínicas, incluyendo anormalidades neurológicas y déficit de crecimiento. Por lo tanto, el ácido alfa-linolénico es esencial en la dieta. Es el precursor de la síntesis del ácido eicosapentanoico (EPA) y del ácido docosahexanoico (DHA), los cuales se producen en tejidos animales, especialmente en las grasas de los peces, pero no en células de las plantas. El EPA es el precursor de los eicosanoides omega-3, que han demostrado tener efectos beneficiosos en la prevención de enfermedad coronaria, en la aparición de arritmias y en la trombosis.

 

ÁCIDOS GRASOS POLIINSATURADOS OMEGA-6 (PUFA omega-6)

Los ácidos grasos poliinsaturados omega-6 son los ácidos linoleico, gamma-linolénico, dihomo-gamma-linolénico, ácido araquidónico y ácido adrénico. El ácido linoleico no puede ser sintetizado por los humanos y su déficit provoca alteraciones clínicas diversas, incluyendo eritema escamoso y reducción del crecimiento.

Los ácidos grasos poliinsaturados omega-6 tienen un papel fundamental en la función normal de las células epiteliales.

 

ÁCIDOS GRASOS TRANS

Los ácidos grasos trans son ácidos grasos insaturados que contienen al menos un doble enlace en configuración trans. La configuración trans del doble enlace le hace parecerse más a un ácido graso saturado que a un insaturado con doble enlace en posición cis. Los ácidos grasos trans reducen la fluidez de la membrana celular y están presentes en las grasas de animales rumiantes y en los derivados lácteos. La hidrogenación parcial de los poliinsaturados incrementa el contenido de ácidos grasos trans y produce endurecimiento de la materia grasa.

 

LOS ÁCIDOS GRASOS ESENCIALES, IMPRESCINDIBLES PARA LA SALUD

El cuerpo humano no puede funcionar adecuadamente sin dos ácidos grasos poliinsaturados, ácido alfa-linolénico (omega-3) y linoleico (omega-6). Estos ácidos grasos se denominan esenciales porque el organismo no puede sintetizarlos y es necesario consumirlos con la dieta. Se encuentran en distintas proporciones en los aceites vegetales y los aceites de pescado.

Ambos actúan como componentes de las células nerviosas, son imprescindibles para el correcto funcionamiento de las membranas celulares y se transforman en compuestos reguladores que reciben el nombre de prostaglandinas, esenciales para el funcionamiento del organismo. Además de su papel crítico en la fisiología normal, la pérdida de ácidos grasos esenciales en la dieta juega probablemente un papel significativo en el desarrollo de muchas enfermedades crónicas degenerativas, autoinmunes, enfermedades de la piel y otras.

 

CAUSAS DE LA DEFICIENCIA DE ÁCIDOS GRASOS ESENCIALES

Últimamente se está produciendo un cambio de comportamiento en nuestros hábitos alimentarios, enfocándolos hacia la dieta anglosajona o americana, en detrimento de la dieta mediterránea. Esto supone un aumento de las grasas saturadas y grasas hidrogenadas (bollería industrial, margarinas, platos precocinados, snacks, patatas fritas...) y una disminución de los ácidos grasos esenciales de nuestra cadena alimenticia.

Según los expertos, una alimentación saludable debe incluir una proporción de cuatro veces la cantidad de omega-6 que de omega-3, pero la dieta occidental incluye cantidades mucho más elevadas de los primeros respecto a los segundos, por lo que se aconseja reducir el consumo de omega-6 y aumentar el consumo de omega-3.

 

LA IMPORTANCIA DEL EQUILIBRIO ENTRE OMEGA-3 Y OMEGA-6

El equilibrio entre los ácidos grasos omega-3 y omega-6 es crítico para el metabolismo de las prostaglandinas. Las prostaglandinas son moléculas importantes para la regulación de la inflamación, el dolor, la presión sanguínea, la función cardiaca, la función y las secreciones gastrointestinales, la función del riñón y el equilibrio de los fluidos, la coagulación sanguínea y la agregación plaquetaria, la respuesta alérgica, la trasmisión nerviosa, la producción de esteroides y la síntesis de hormonas.

El número de los dobles enlaces en los ácidos grasos determina la clasificación de las prostaglandinas. Las prostaglandinas de las series 1 y 2 provienen de los ácidos grasos omega-6. El ácido linoleico (omega-6) se transforma en ácido gamma-linolénico (GLA) y posteriormente en ácido dihomo-gamma-linolénico (DHGLA), que es el precursor de las prostaglandinas de la serie 1 (PGE1). El ácido dihomo-gamma-linolénico (DHGLA) puede convertirse también en ácido araquidónico (AA), que es un precursor de las prostaglandinas de la serie 2 (PGE2). Por otra parte, el ácido alfa-linolénico (omega-3) se transforma en ácido eicosapentanoico (EPA), precursor de las prostaglandinas de la serie 3. PGE1 y PGE3 son consideradas “buenas” ya que son antiinflamatorias, antiagregantes plaquetarios y mejoran el flujo sanguíneo y PGE2 “malas” porque promueven la inflamación y la aglutinación de las plaquetas.

Por lo tanto, modificando el tipo de aceites de la dieta podemos manipular el metabolismo de las prostaglandinas. Esto puede ser muy importante en el tratamiento de las inflamaciones, alergias, altas presiones sanguíneas y muchos otros problemas de salud. El objetivo fundamental consiste en reducir los niveles de ácido araquidónico (AA) y aumentar los niveles de DHGLA y EPA, es decir, lograr un equilibrio entre omega-3 y omega-6 que lleve a una producción de prostaglandinas de las series 1 y 3. Esto se puede conseguir reduciendo la ingesta de otros aceites vegetales o grasas animales que aportan altas cantidades de omega-6 e incorporando un suplemento de aceite de semillas de lino a nuestra dieta.

El ácido alfa-linolénico (omega-3) es más estable que EPA y DHA (presentes en el aceite de pescado) y por lo tanto menos probable que se altere. Según un estudio doble ciego controlado con placebo de forma aleatoria, llevado a cabo con 56 participantes, un suplemento de 3 g de aceite se semillas de lino al día aumentó en 12 semanas los niveles en plasma de EPA en un 60%.

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