Se recomienda un suplemento de vitamina A en forma de beta caroteno, ya que la cantidad tolerada de beta caroteno sin llegar a niveles tóxicos es mucho mayor que en el caso de la vitamina. Esencial para la visión, el betacaroteno se convierte en retinal en la retina para regenerar los pigmentos del ojo dañados por la luz. En estados carenciales de vitamina A, no se produce suficiente retinal, lo que desencadena una serie de síntomas evidentes con una pérdida de adaptación a los cambios de luz, de no ser tratado, se produce sequedad en la córnea, la cual acaba degenerándose y, finalmente, pérdida irreversible de la visión. Todo esto se puede evitar con un suplemento de vitamina A a tiempo.
También, la vitamina A es fundamental para mantener la integridad de las células epiteliales. En estados carenciales, las células epiteliales se aplastan y endurecen, perdiendo la capa mucosa protectora y queratinizándose y provocando hiperqueratinización de las córneas, sequedad bucal y endurecimiento de las glándulas salivares, lo que las hace más susceptibles a infecciones. En el estómago e intestinos, se reduce la producción de secreciones mucosas, lo que provoca diarreas, indigestiones y mal absorción. La piel se vuelve seca y dura y se forman costras de piel muerta. El sistema respiratorio pierde la capacidad de fabricar mucus y la respiración se hace más difícil, proliferando las infecciones. En tercer lugar, la vitamina A protege no sólo la visión y el tejido epitelial, sino todas las células de nuestro cuerpo, ya que se trata de un potente antioxidante. La vitamina A neutraliza los radicales libres y protege contra los rayos ultravioleta, el humo y la polución
